

A pesar de los muchos cambios producidos ya nadie se extraña de ver tambores sin caja de una sola piel, sin tornos, reversibles, de matacrilato... ya se sigue construyendo, con la misma artesania de siempre, el típico, el típico auténtico tambor toborreño capaz de distinguido entre cualquiera de otros modelos o lugares.
Empezar a hacer un tambor es inciar una aventura que pueda durar desde el mes de agosto o de septiembre hasta el mismísmo Miércoles Santo.
Cada artesano lo comienza por donde más conviene, pero todos acaban haciendo el mismo trabajo aunque sea de distinto orden.

Estos son los componentes de un tambor típico , el de torretas, que es el más caracterírtico de Tobarra.
Caja: De metal, soldada y rebordeada a martillo sobre aros circulares de grueso alambre.
Medidas: Las más corrientes son de 38,40 y 35cm de diámetro, por 14 a 16 cm de alto. Sobre la caja catorce agujeros para atornillar las "torretas". Otros dos agujeros mayores, expulsores del aire y sonido producido por el batir de las pieles
Tornos: Normalmente en número de 14. Hechos en varillas de tiraillo calibaro, más largas que el ancho de la caja. De cinco o seis milímetros para roscas de 1/4 o 5/80. Roscados en ambos extremos, y en el centro una "torreta" que se sujeta al torno con un pasador remachado.
Torretas: El mismo número que de tornos. Desde el centro de cada uno de estos se une al centro de la caja, sujetadas a esta por dentro con tuercas y arandelas. La torreta es una pieza torneada que permite la independencia de cada piel apra ajustarlas por separado y desarmar solo la mitad del tambor en caso de rotura. La "la torreta" es una aportación netamente tobarreña al tambor. (Mariano Martínez, "El Petro", hacia 1950).
Aros: Dos, de madera, que pueden ir desde pintados a forrados con metal del mismo tipo que el de la caja, aunque más fino o, más modernante con acero inoxidable o laminados de madera o pastificados, de 4 cm de alto con perfecto ajuste a la caja , permitirán transmitir la tensión a las pieles, al debajo se le hacen dos escotaduras para pasar los bordondes.
Piezas o grapas: 28, dos en cada extremo del torno. Son las que permiten unir tornos con aros, abrazando a estos. En su parte superior, remachadas, van las bolas. También 28, torneadas y agujereadas, por donde los extremos roscados de los tornos. Hechas de pletina a manos, repasadas en la piedra de esmeril y con lima. Últimamente golpe de máquina se doblan automáticamente.
Palometas y copas: otras 28, 14 para arrriba y 14 para abajo. Permiten apretar o aflojar haciéndolas girar sobre los tornos De metal o acero.
El conjunto de torno, torretas, piezas-bolas y palometas o cálices son cromadas o, como antiguamente, niqueladas. Aún hoy se dice: " Me he comprado un tambor o se sortea un tambor, con tornos niquelaos.
Pieles: Dos, parches de cabrito, cuanto más fina mejor sonará. Lo suyo era llevarlas al Molina de la Agustina tenerlas en remojo varios días, para despues pelarlas con la mano, eliminar el sebo y pegarlas sobre y blanqueado. Cuando se van a utilizar ponerlas en remojo y emparcharlas en el arete
Esta operación ha sido sustituido en gran parte por el plástico.
Aretes: Dos .Aro de madera. Fino, estrecho, de un centímetro escaso, donde se coloca emparcha la piel.
Bordondes: Juego de finos hilos de tripa o nlon forrado con fibras metálicas. Su número varía entre 8 a 14, incluso más. Van colocados transversalmente sobre la piel de abajo, que recibe el nombre de piel bordonera. Su montaje requiere pericia y de su tensado dependerá en buena parte el sonido final del tambor.
Llave de bordones: Normalmente dos. Artilugio de patente tobarreña desde las que se aprietan con palometas o cálices, los bordones. Una suele ser fija. Las llaves pueden ir sobre el ganado en comodidad o sobre la caja.
Serón o reductora: Es el elemento mñas moderno del tambor. Tan solo hace unos años que se introdujo (1977). Consiste en un mecanismo interior, cojido a la caja y con núemro de 12 a 24 o más bordones, que se adosan por el revés, debajo de la piel de arriba o batidora. El mecanismo es regulable desde el esxterios. Con ello se consigue ganar asombrosamente en sonoridad. Es como meterle al tambir una quinta o sexta marcha.
Los tambores- joya, la artesanía máxima son otra historia.
Los palillos, dos trozos de madera adecuadamente torneados, lijados y barnizados con los que cada años a apartir de las cuatro de la tarde de Miércoles Santo la tamborada escolar hace sonar sus tambores rompiendo esa rutina diaria del pueblo, con su sonido ensordecedor que termina a las doce de la noche del Domingo de Resurrección.
El origen de esta arte es ancestral, pues si en Tobarra el tambor existe desde hace siglos, estos, los palillos son fieles compañeros de fatigas, los que con su dulce caricia sobre esa piel majestuosa producen ese pálpito latido del fervor de un pueblo de Semana Santa.
Este arte siempre ha sido realizado por los maestros carpienteros.
En la actualidad el artesano más antiguo que se conoce es, Manuel López Roman Manolico " El Aperaor" (1906-1987). Po aquel entonces los palillos se realizaban a mano, sin torno desbastándolos con la azuela y después , a baes de lima, les daba la forma a la cabeza. Se raspaba con la cuchilla y por último la lija. De pintura , aceite común.
Se cobraban a seis reales por el par.
La forma era casi igual a la de ahora, la porra un poco mas gorda pero en esencia eran casi iguales.
En aquellos tiempos los palillos solo se hacian por encargo. Los compraban los señoritos, ya que los pobres no tenian seis reales apra gastárselos en unos palillos, se lo hacían con una navaja y de un palo de olivera. El palillo, como vemos era casi un lujo.
En un principio los palillos partian de un taco de madera de carrasca, cuyas dimensiones eran de 25 poe 25 mm, de ancho y de 40 cm de largo. Se trabajaban en un torno sencillo que se hacia girar con un pie, teniendo las manos libres para trabajar con la herramienta el taco de madera e ir configurando el palillo. Se torneaban 10 cm y se hacia porra y cuello, el resto se terminaba con el cepillo de mano, la escofina, la cuchilla y la lija de grano del numero cinco. El palillo una vez terminado media 40 cm de largo 18mm, por la parte trasera y 12 mm en la porra.
Entre los años 55 y 60, se hacian los palillos de madera de carrasca, esta era extraida de los radio de carro. Por las circunstancias de la época eran difíciles de conseguir por lo que se hicieron algunas pruebas con madera de albaricoquero, pero esto no daba buen resultado. Por aquella época el coste de un par de palillos era de 6ptas. Y algunos de los artesanos bajaban a Hellin para venderlos.
A finales de los 60 y 70 principios de los 70 se empiezan a producir los primeros palillos de madera de haya, obtenido un buen resultado. Es en esta época cuando se produce el paso del torno de pedal al mecánico, facilitando su producción.